domingo, 22 de abril de 2007

El Counseling como terapia

Cuando comencé a estudiar Counseling tomé contacto con la palabra “empatía”, una palabra poco frecuente en nuestro discurso cotidiano. Empatizar es mucho más que simpatizar. Empatizar es “ponerse en los zapatos del otro, y caminar con ellos”. Esto significa percibir el mundo tal como el otro percibe, percibir al otro tal como él se percibe a si mismo. Es un despojarse de nuestros juicios de valor y prejuicios y experienciar juntamente con él todos sus sentimientos por contradictorios que sean.
Empatizar es una de las tres condiciones fundamentales y necesarias para el counselor. Pero ante todo es una actitud de vida. Es reconocer que no existe una única realidad, la mía, es valorar la libertad de elección del otro y es aceptarlo incondicionalmente sin poner barreras que nos separen.
En la terapia, el consultante al experimentar en otro (el counselor) una aceptación de todos sus aspectos, puede asumir hacia sí esa misma actitud, puede hacerlo porque otra persona fue capaz de percibirlo con respeto y aceptación. Se sentirá escuchado, podrá co-escucharse con nosotros para luego escuchase a sí mismo y tomar decisiones.
Nuestra búsqueda es el desarrollo personal, sobre la base de una visión holística y positiva del hombre y de la confianza en la propia tendencia del individuo hacia el crecimiento. Nuestra tarea es posibilitar, desde el brindarnos amorosamente, la recreación de un espacio que regenere lo humano. Según Carl Rogers la finalidad del Counseling es “promover en el otro el desarrollo, la maduración y la capacidad de funcionar mejor y enfrentar la vida más adecuadamente”
Concebimos a la persona como una totalidad, en el aquí y ahora, respetando su valor y dignidad y la acompañamos en su camino para que dentro de un clima favorable y libre de amenazas pueda ella misma encontrar su propia paz interior y/o un equilibrio que le permita afronta creativamente las dificultades.
En esta relación terapéutica, el ambiente y el clima creados son fundamentales para el encuentro y confluencia de conciencias. Allí se generan espacios “sagrados” dónde se da una unificación vincular, una actitud contemplativa ante la vida y su sentido y dónde se re-aprende el amor a uno mismo y a la vida.

Por Claudia Ugo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola soy Jose Luis Marchi, soy counselor y vivo desde hace un mes en Santiago de Chile, me gusto tu blog, yo empece hacer uno pero no se que pasa que a la gente que le comente no lo puede visualizar.
Bueno espero poder seguir en contacto y compartir nuestras experiencias, gracias.

Butterfly dijo...

Hola! soy estudiante de Counesling en Bs As, también consulto como Consultante...que hermosa experiencia es transitar estos principios qeu postula Rogers, desde uno y para los demás también...todo lo mejor para vos! saludos desde bs as